Hola a todos.
La siguiente entrada tiene que ver con unos de los
personajes más importantes de la historia de Gabriel en el planeta CGT342, o
como lo llaman en la Tierra, por causas lógicas, “Nueva Esperanza”.
Se trata de
los Experimentados: los gobernantes de la Ciudad Enterrada donde Gabriel pasará
el primer año de su estadía en su nuevo mundo.
Os dejo con ella:
….
El Lugar de los Experimentados estaba abarrotado de gente
aquel día. Un suceso que podría considerarse bastante peculiar; aunque, bien es
cierto, era una situación que se venía repitiendo desde hacía varios meses. Las
personas congregadas en el recinto, que gobernaban la Ciudad Enterrada, hablaban todos al unísono y resaltaban sus
palabras con energéticos aspavientos; gestos que, de manera irremediable, se traducían en
esfuerzos malgastados. Sencillamente, nadie tenía la atención puesta en
escuchar. Al contrario: lo único que hacían era expresar sus inquietantes
pensamientos e intentar hacerse oír entre el bullicio.
Había un único hombre que destacaba entre el cónclave de
Experimentados. Atendía al nombre de Yántix, aunque pocos solían adivinar
quién era teniendo el rostro oculto por una oscura capucha. Igual que él,
muchos Experimentados solían cubrirse la cara con la misma capucha negra;
pero ninguno se atrevía a permanecer de incógnito en el Lugar de los
Experimentados. No porque estuviera prohibido ni nada por el estilo, sino
porque hacerse conocer entre aquellas personalidades y destacar entre los
Experimentados era algo que sobrepasaba sus intereses de anonimato entre el
resto de la población.
Yántix resaltaba entre la gente reunida allí por permanecer
en silencio, haciendo un enorme esfuerzo por evitar alzar la voz y mandar a
callar a todos los presentes. Disfrutaba observando más que hablando, a pesar
de las numerosas situaciones en las que se demandaba su actuación. Oculto entre
las sombras de su capucha, Yántix disfrutaba viendo la incomodidad de todo
aquel que intentaba penetrarlas, y, cuando lo conseguía, se deleitaba con la expresión de terror al vislumbrar sus blancos ojos,
su nariz desfigurada y su rostro cubierto de manchas.
Cuando Yántix decidía que era el
momento de hablar (en realidad, imponerse verbalmente y hacer el silencio con
su voz), se descubría el rostro. La reacción de temor que solía causar este
gesto, era algo que le satisfacía sobremanera.
En el momento en que terminó de estudiar lo que acontecía en el Lugar de
los Experimentados, se levantó de su asiento de piedra y se descubrió la
cabeza. De inmediato, su garganta comenzó a lanzar los reflejos, inevitables y
constantes, que hacían temblar su cuerpo entero y que le desgarraban sus
cuerdas vocales en un doloroso y disimulado aullido. Caminó entre las mujeres y
hombres Experimentados, en silencio y sin molestarse en apartarlos de su
camino. Fue hacia el centro del recinto y lanzó un atronador grito. Por
inverosímil que parezca, todos los Experimentados se callaron. La mayoría
conocía a Yántix, pero eran escasas las ocasiones en las que hablaba, y nunca
lo habían visto levantarse de su asiento. Estaba claro que todos debían
prestarle atención.
– Compañeros – empezó a decir Yántix, aunque ninguno se
creía que aquel calificativo tuviera algo de amistad o camaradería –. Entiendo
lo que todos estáis diciendo. También es algo que me inquieta, aunque no por
ello voy a dejar de actuar en consecuencia.
Su voz resonaba en el espacio como un golpe de mar contra un acantilado cubierto de afiladas rocas. Sus palabras hacían eco, y llegaban al oído de los
presentes con una rotundidad que apenas admitía réplica alguna.
– El desconocido ha venido a nosotros. Quizás no sea
casualidad que haya llegado precisamente aquí, pero no podemos dejar pasar esta
oportunidad – el cuerpo de Yántix se movía con cada alarido que salía de su
garganta, que se entremezclaban con sus palabras para generar una
desconcertante, casi macabra, discordancia auditiva –. Este hombre, que dice
llamarse Gabriel, asegura que viene de un planeta que llama “Tierra”.
– ¡Precisamente! – se atrevió a interrumpir una
Experimentada –. ¡Eso nos da una idea de que miente!
Como si se tratara de una presa adentrándose a una guarida
de depredadores hambrientos, todos miraron a la atrevida mujer que había osado
interrumpir a Yántix. Su atrevimiento no se atribuía a que Yántix fuera un
Experimentado destacado o jerárquicamente superior al resto; sino porque su
rostro, su voz y sus gestos en ese momento apenas daban lugar a discusiones.
– Evidentemente, Syfán – respondió Yántix, desviando su
mirada y cortando la voz de la mujer como si de un poder oculto se tratase –,
tú no estabas cuando dos desconocidos salieron de entre los árboles, nos
cerraron el paso y nos mostraron lo que habían hecho con cuatro habitantes de
la Ciudad de los Árboles.
Un leve murmullo se levantó entre los Experimentados, y
cuando Yántix volvió a hablar, cesó inmediatamente.
– Syfán – siguió Yántix, sin pestañear y sin quitarle sus
albinas pupilas de encima –, puede que no te hayas enterado, pero aquel día
esos dos individuos amenazaron a nuestra ciudad y sus habitantes. Tú incluida.
Dos personas de las que no sabemos absolutamente nada y que daban la
sensación de no pertenecer a ningún lugar que conozcamos.
>> Gabriel afirma venir del espacio. Y te perdono que
no seas capaz de entender esta afirmación porque llevas muy poco tiempo entre
nosotros y no te has instruido lo suficiente. Aunque sea falso lo que dice este
hombre, no deja de ser un completo desconocido entre nosotros. Igual que esas
dos personas que nos cruzamos hace ya varias Luces.
A pesar de que Yántix no dejaba de mirar a Syfán, el efecto
de sus palabras intimidaba a todos los Experimentados de la sala por igual.
Nadie se atrevía a hablar por miedo a que dirigiera su desfigurado rostro hacia
una persona distinta.
– Sugiero dejar de discutir de una vez – prosiguió Yántix
con un evidente gesto asqueado en su expresión – y empezar a aprovecharnos de
él. No parece que comparta origen con el hombre y la mujer que nos amenazaron,
y, a juzgar por lo que podemos entenderle, podemos estar seguros que no tiene
intenciones ocultas o peligrosas hacia nosotros. Estoy seguro que Gabriel
esconde muchas cosas, pero ninguna como la de los otros dos.
Dejó de hablar, aunque sus temblores y alaridos seguían
llenando la sala de un desconcertante eco. Se tapó la cara con la capucha negra
y se quedó de pie en el centro del Lugar de los Experimentados mirando en el anonimato a todos los presentes. Parecía estar a
la espera de alguna respuesta que respaldara sus palabras e intenciones, aunque
aquello sería una mera formalidad: Yántix sabía que era la única solución
posible a la situación de aquel humano desconocido que había aparecido una
noche pidiendo vivir con ellos. Y también lo sabían el resto de los
Experimentados.
– Muy bien – dijo entonces Póltom, con su característico
pelo blanco, largo y desaliñado –. Hagámonos su amigo. Démosle la bienvenida y
mantengámoslo observado y vigilado. Interroguémosle disimuladamente y esperemos
los acontecimientos. Después, decidiremos qué hacer con él.
Todos asintieron, y empezaron a salir del Lugar de los
Experimentados con un único pensamiento: Gabriel nunca sería bienvenido a la
Ciudad Enterrada.
Muy interesante la visión de los experimentados. El recelo a lo desconocido es lo más natural en el hombre y más aún si siente amenaza. Me gusta mucho cómo describes todo y el cauce que podrían tomar las cosas. También se deja ver eso de que van a pagar justos por pecadores o no!! Estoy deseando tener la obra en mi poder!! Besos!!!un abrazo!
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